22 años y 5 matrimonios después: lo que he aprendido sobre amor y trabajo

20 años y 5 matrimonios después: lo que he aprendido sobre amor y trabajo

Me encantaría decir que tengo la fórmula infalible para equilibrar la vida en pareja y la profesional… pero lo que sí tengo es experiencia y un buen compañero del que he aprendido que no es imposible.

Por Sandra Zuluaga R. 

“Por desgracia, el amor por sí solo no es suficiente para que la relación prospere.”

La gente se sorprende cuando le cuento que he tenido cinco matrimonios a lo largo de mi vida, y que cada uno de ellos me ha traído felicidad, retos, apoyo y nuevas experiencias que forman parte de lo que soy ahora y son la semilla de lo que podré ser en el futuro. Y estoy agradecida de que estas cinco bodas han sido con la misma persona: un hombre maravilloso con el cual me casé, por primera vez, hace 22 años.

No olvides leer mi artículo anterior: //www.sandrazuluaga.com/2024/10/Divorcio%20gris%20problema%20o%20solucion.html

Estoy consciente de que todo el tiempo que he pasado con mi pareja, renovando votos de tanto en tanto en diferentes tipos de ceremonias —desde una boda civil, otra en Las Vegas y hasta una de un rito europeo, la más reciente—, no es el camino más sencillo. Quienes comparten su vida con alguien saben (o están aprendiéndolo, si apenas empiezan esta etapa de su vida) que deben hacer malabares con muchas situaciones de manera simultánea: el trabajo, la familia, los planes a futuro y los cambios inesperados, que pueden fracturan a la más sólida de las relaciones.

¿Cómo mantenerse en pareja, especialmente si existen ambiciones profesionales en ambas partes? Gracias al compañero que tengo a mi lado puedo decir que tengo experiencia en esto, y a lo largo de mi carrera he conocido algunos estudios de los que podemos aprender para ejercitar la resiliencia en pareja.

La vida en pareja no es perfecta

Esta debe ser una de las lecciones que más duele aprender. Por desgracia, el amor por sí solo no es suficiente para que la relación prospere; también se necesita voluntad, paciencia, humildad y hasta curiosidad. Voluntad, porque todos los días se toma la decisión de seguir junto al otro; paciencia, porque la convivencia diaria está repleta de pequeños malentendidos, en ocasiones inofensivos y en otras no tanto, que si no se resuelven pronto pueden escalar a problemas más graves; humildad, ya que habrá que aprender a escuchar las opiniones del otro al tomar decisiones, y quizá será el momento en que conoceremos que no podemos tener la razón en todo; y curiosidad para saber más de lo que ocurre en la vida del otro cuando está en su trabajo, los planes que tiene para su carrera y cómo incluir al otro en ellos. 

Es imposible dividir todo 50/50

La idea de que los esfuerzos entre los dos estarán perfectamente divididos es una utopía. Rara vez las dos personas tendrán la misma carga de trabajo, el mismo sueldo, una calidad de salud parecida u oportunidades de crecimiento. Arthur Brooks, quien investiga en Harvard sobre la felicidad, sugiere alejarse de ese objetivo, y reconocer que las personas tenemos diferentes habilidades y preferencias, que pueden complementarse en pareja, dependiendo de la situación que se presente, en lugar de mantener un registro como si se tratara de un marcador. Esto, lejos de aportar a la relación, puede generar resentimiento. Brooks dice, citando un estudio de 2011, que “hombres y mujeres que demuestran más generosidad hacia sus parejas suelen sentirse más felices en su matrimonio”, porque dejan de concentrarse en quién da más, sino en cómo seguir construyendo juntos.   

Los parteaguas de la pareja no tienen que llevar al desastre

En el artículo “How Dual-Career Couples Make It Work”, Jennifer Petriglieri explica que, luego de seis años investigando a matrimonios de profesionales de entre 20 y tantos y 60 años, encontró que ciertos parteaguas, o sucesos importantes, se repiten y suelen provocar fisuras en la relación si no se gestionan correctamente. En orden de edad, de los más jóvenes a los más longevos, estas situaciones serían:

  • Trabajar en pareja con la llegada del primer hijo; o el primer gran cambio en la carrera laboral de un integrante. 
  • Reinventarse al alcanzar la mediana edad, cuando suelen ocurrir ajustes en las empresas o las personas comienzan a plantearse seguir caminos que antes descartaron por presión social.
  • Pérdida-oportunidad, el momento en que los hijos ya tienen sus propias vidas, ya no hay que cuidar a familiares geriátricos y los horizontes suelen ampliarse, aunque al inicio no se siente de esa manera.

 La clave para todas estas situaciones es analizar en conjunto cuáles son las mejores opciones y así tomar decisiones en las que ambas partes estén de acuerdo y que funcionen para los objetivos que cada ocasión amerite.

Lo más importante es la comunicación

A lo largo de la relación es muy común que se establezcan pactos tácitos que al poco tiempo se vuelven rutina: por la mañana la misma persona prepara el café mientras la otra tiende la cama. Sin embargo, he aprendido que es mejor procurar que se platiquen lo más posible para evitar resentimientos o culpas, ya que establecer acuerdos en aspectos cotidianos permite que se vuelva una costumbre sana, que luego se traslada de forma orgánica cuando es turno de discutir esos parteaguas que suelen cambiar la dinámica que ya existe.

También ayuda a dejar en claro esos aspectos “no negociables” que sostienen la relación. Me refiero a preferencias que deben respetarse mutuamente para tener una convivencia positiva y respetuosa, con intenciones claras y confianza.

No todas las decisiones dependen del dinero

Cambiarse de ciudad por un trabajo que paga más suena a una opción que no debe pensarse mucho, sin embargo puede traer consecuencias que no se consideran al inicio. Antes de aceptar cualquier propuesta aconsejo ver más allá de lo económico, hacia lo que el cambio significa para todos los involucrados (la pareja, los hijos, el resto de la familia cercana que se deja atrás): ¿qué pasará con la carrera de la otra persona? ¿a cuáles cambios tendrían que ajustarse? Por ejemplo, quizá el sueldo aumenta, pero el costo de la vida es más alto en el nuevo domicilio, o la calidad de vida disminuye. De nuevo, la comunicación será clave para resolver este tipo de dilemas.

La vida en pareja es buena para salud, si es sana

De todos los estudios que he leído que hablan de las ventajas de la vida en pareja, mi favorito es uno que realizó un grupo de investigadores de Harvard durante 85 años. Desde 1938 registraron los datos de más de 700 personas para darle seguimiento a su calidad de vida y encontraron que aquellas con mejor salud y satisfacción en general no eran las que tenían más dinero o una carrera más exitosa, sino las que contaban con relaciones positivas. Si bien el estudio habla de todo tipo de relaciones (amistades, familiares, románticas), es claro que la vida en pareja influye en la felicidad, por lo que es importante reconocer si esta es negativa para trabajar en ella o, si es necesario, alejarse.                                       

Me siento afortunada por estos 22 años en los que he crecido profesionalmente, me convertí en madre, viajé gracias a mi trabajo. Pero también lo he logrado porque en cinco ocasiones decidí renovar mi compromiso con mi esposo, una por cada cambio que hemos atravesado juntos, mientras celebramos nuestros triunfos, compartimos tristezas, apoyándonos en momentos difíciles. Sé que tener un matrimonio sano no es un simple acto de magia, sino fruto de un esfuerzo de ambos. Me casaría una sexta vez, sin dudarlo… y creo que ahora lo propondré yo!!

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