Divorcio gris: ¿problema o solución?

Divorcio gris: ¿problema o solución?

Por Sandra Zuluaga R. 



¿Es el divorcio gris una muestra del fracaso de la institución del matrimonio, un síntoma inevitable de estos tiempos o el desenlace de una escalada de situaciones negativas?

En el artículo anterior, hablé sobre el reto que es mantener un equilibrio saludable en las parejas de doble ingreso y la manera en que el crecimiento profesional de ambas personas debe ser una prioridad también para las empresas, ya que de eso depende retener y captar talento humano valioso. 

No olvides leer mi artículo anterior:http://www.sandrazuluaga.com/2024/10/Como y por que evitar que la empresa sea el mal tercio en una pareja.html

Ahora es momento de hablar sobre cómo afecta directamente a la pareja cuando no se toman ciertas medidas que permitan el desarrollo afectivo, en sus carreras y, por lo tanto, la satisfacción en sus vidas. Una de las consecuencias de esto es lo que se conoce como «divorcio gris».


Qué es el divorcio gris

El divorcio gris es la disolución de un matrimonio, mayoritariamente heterosexual, que ocurre cuando la pareja tiene más de 50 años. Es un fenómeno que se ha comenzado a estudiar desde los primeros años del siglo XXI, en países industrializados, como Estados Unidos, donde una investigación concluyó que la «tasa de divorcios para la población de EE. UU. mayor de 50 años se duplicó en esas dos décadas [2000 y 2010], y más del doble para los mayores de 65». Por supuesto, los datos se enfocan en matrimonios en los que ambos tienen estudios superiores y tienen, o tuvieron, trabajos con un nivel significativo de responsabilidad.

Lo que se encuentra en los divorcios grises es un común denominador: las dos personas no desarrollan sus capacidades y ambiciones laborales o profesionales al mismo ritmo, y esto se refleja principalmente de manera negativa sobre las mujeres. No hay sorpresa, solo un detalle más para decepcionarse, lo que nos lleva al siguiente punto.


Por qué ocurre el divorcio gris

Hace tiempo, muchos leímos artículos que hablaban sobre el aumento de solicitudes de divorcio por parte de las mujeres mayores en Japón. La explicación que se planteaba entonces era que, después de años en los que los maridos pasaban gran parte de su tiempo en el trabajo, no encontraban una manera de convivir con sus esposas, con las que apenas trataron en sus años mozos, y que ahora descubren con horror que ese hombre no era tan interesante como pensaban, lo que a su vez provocaba estrés en ellas. A esto se le conoció como «síndrome del hombre jubilado».


Pero quizá existe algo más detrás del aumento del divorcio gris en los últimos años, y seguro tiene que ver con los cambios sociales que comenzaron a gestarse a partir de los 80 del siglo pasado, cuando el rol profesional de la mujer aumentó en lugares como Estados Unidos, Canadá, Reino Unido e India: aunque ya tiene 40 años ganando territorio, a los hombres particularmente les cuesta un poco acostumbrarse. Avivah Wittenberg-Cox, CEO de 20-first, explica en un artículo de la Harvard Business Review, que no es que los esposos no apoyen a sus parejas, es que no les gusta hacerlo todo el tiempo, solamente si no se interpone en sus planes. Ante esta situación, la mujer se siente frustrada o con las oportunidades dispares, y mejor abandona la pareja porque su nivel de satisfacción en general no se cumple igual que el de su esposo. «No sabía lo que pasaba», suelen decir, mientras firman los documentos de divorcio.


En cierto modo, funciona como dentro de una empresa creada con mentalidad patriarcal: los hombres no toman en cuenta las necesidades, sugerencias y quejas de las mujeres porque están muy ocupados continuando los roles de género que les inculcaron sus antecesores —ser el único proveedor, proteger a su mujer, encargarse de tomar las decisiones—, a pesar de que ya no son relevantes y ya ocurrió un cambio significativo en la estructura. «No es cierto que no se enteraran», dice Wittenberg-Cox, «más bien no escuchaban, porque no creían que tuvieran que hacerlo».


Por lo tanto, después de que los hijos abandonan el hogar, las esposas comienzan a empacar maletas. En el artículo de Wittenberg-Cox se menciona que cerca del 60 % de los divorcios grises comienzan a petición de las mujeres y entonces se enfocan en sus carreras, por fin, después de cumplir 50 años.


Qué se puede hacer para evitar el divorcio gris

Al igual que en el ambiente laboral, para que una relación funcione deben existir ciertos elementos que ayudan a establecer la importancia que ambas personas tienen en la pareja y que se toman en cuenta las aspiraciones individuales para establecer las mutuas. Por ejemplo:

comunicación activa, para que ambos confirmen que sus planes profesionales son escuchados, que son la base de las decisiones del otro (como para aceptar un empleo en otro país u optar por una opción más flexible) y que las inquietudes pueden resolverse en caso de estar frente a una encrucijada.

reconocer el talento del otro, porque pone sobre la mesa que la carrera de la pareja es igual de importante que la propia y que su talento no pasa desapercibido. Se trata de interesarse realmente en lo que hace, porque de esa forma el apoyo mutuo se hace más fuerte y las oportunidades laborales comienzan a coincidir con las propias de manera más sencilla.

ser honestos, para expresar los miedos, lo que desean alcanzar y lo que consideran que hace falta de ambos para lograr los objetivos. Incluso si se trata de señalar las acciones que ponen freno al crecimiento de uno o que desaniman para trabajar duro.


Es cierto que antes los matrimonios duraban más o que el divorcio se veía como una solución para situaciones desesperadas. Sin embargo, el cambio de paradigma es lógico, porque hasta no hace tanto, las mujeres no tenían muchas opciones para ganar dinero, crecer en sus profesiones y ser independientes. De nuevo citando a Wittenver-Cox: «la falta de amor es algo malo, pero no tanto como la pobreza». La autonomía financiera ha logrado que los estándares en las relaciones sean más altos, como deberían ser siempre para los involucrados.


Finalmente, si no existe la posibilidad de lograr una buena comunicación, que se reconozcan los proyectos de la pareja y que el apoyo sea mutuo, siempre, entonces es momento de decidir si siquiera vale la pena continuar invirtiendo tiempo y energía a un matrimonio disparejo. Y el divorcio, gris o no, no parece tan mala opción porque más vale sola…

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